La leyenda de las xanas (parte 1)

La leyenda de las xanas (parte 1)

 LAS XANAS

 

imagen de terre-spirituelle.com

Sobre las xanas existe una tradición que se repite en muchas leyendas. Al igual que pasa con otras hadas de nuestra geografía, en ocasiones la xana está embrujada. La prueba en este caso es muy distinta, pues no se premia tanto la humildad como la entrega y el valor.

La leyenda es reiterativa. Un hombre que camina por el bosque va a parar a un arroyo cerca de una cueva[1]. Le aparece un ser femenino de inmensa belleza que se dirige a él. Le pide que la libere de su hechizo y que a cambio lo colmará de riquezas y se casará con él. El joven apuesto, confiado, acepta el reto, pues confía en sus propias fuerzas para rescatar a esa bella doncella.

Pero no es contra ningún enemigo contra el que debe luchar el apuesto joven, sino contra él mismo. Debe vencer el miedo insuperable que encontrará al hacer frente a la prueba de la Xana. La prueba con pequeñas variantes es la que sigue:

Entonces el hada se transforma en bicho y empieza a enroscarse lentamente en el cuerpo de su interlocutor, anillándolo de pies a cabeza. Si el héroe aguanta y no se descompone ni siquiera al percibir el aliento del animal en sus pestañas, este recula sin apresurarse, regresa a la roca, se instala nuevamente en su apariencia de espíritu femenino, llena el cesto del vaqueiro con objetos sutiles o invisibles y le conmina a llevarlo hasta su casa sin bajar la vista. Desenlace más que evidente: se descubre oro a raudales en el cuévano de quien supo obedecer[2].

una serie de veces en la frente. Si consigue resistir el miedo y cumplir con este extraño ritual, la mujer queda desencantada y se casará con él.

El problema radica en que con cada beso la serpiente crece de tamaño. El joven, que quiere desencantar a la bella hada, termina sucumbiendo al miedo y huye a toda prisa. Los que consiguen pasar la prueba pueden desposarse con el hada, aunque el matrimonio con las hadas tiene algunos inconvenientes, como veremos más adelante…

 

 

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BIBLIOGRAFÍA

 

[1] A diferencia de las anjanas cántabras, las xanas suelen mostrarse en lugares acuáticos, mientras que la anjana suele vivir en la espesura del bosque.

 

[2] Callejo, Jesús, op. cit. pág. 134.

Ruiz Osuna, Pablo y Reñé Quilés, David “Guía de los seres mitológicos españoles” Ed. círculo rojo 2020 pp. 60-62

 

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