LA FUNDACIÓN DE ATENAS

LA FUNDACIÓN DE ATENAS

LA FUNDACIÓN DE ATENAS

Escrito por Laura Boudica

imagen: https://i.pinimg.com/

 

Cuenta la mitología griega que dos dioses se disputaron la famosa ciudad de Atenas, Poseidón y Atenea. Tío y sobrina se pelearon por ser el patrón de la más esplendorosa ciudad de Grecia.

Ya con anterioridad se había ido gestando entre ambos una cierta rivalidad, pues Poseidón tomó a una de las sacerdotisas vírgenes del templo de la diosa y esto hizo que se enfadara, maldiciendo a la pobre sacerdotisa mortal y convirtiéndola en la criatura que conocemos como ‘Medusa’.

Así pues, no era de extrañar ver a estos dos dioses enfrentados, en este caso por disputarse un patronato. Se acordó que fuese el pueblo quien decidiera, votarían los ciudadanos y elegirían a su dios patrón en función de una ofrenda a modo de regalo.

Como dios de los mares y océanos, de las corrientes marinas y del agua, Poseidón ofreció una vigorosa y hermosa fuente que brotó al golpear el suelo con su tridente. Para aquellas sociedades el agua era un recurso muy valorado e importante, sin embargo resultó que el regalo del dios de los mares…no era muy potable. El agua que brotó de esta fuente no era otra que agua del mar, excesivamente salada para  beber y demasiado salina para cultivar, provocando que la tierra se estropeara.

Atenea, diosa de la sabiduría y la estrategia, ofreció algo mucho más útil y práctico: un olivo, árbol del que, además de sus frutos (aceitunas) podían sacar otro de los bienes más preciados, el aceite. Este producto que hoy en día utilizamos para cocinar y tiene tantos usos cotidianos, por entonces era considerado uno de los bienes más preciados; era para las sociedades de la Antigüedad ‘oro líquido’. Pues el aceite se usaba como bálsamo y ungüento para los deportistas, así como para realizar ritos y ceremonias o para sanar el cuerpo. Además, el aceite era el combustible necesario para el ‘alumbrado’ de la época, ya que no existía la electricidad, ni las velas, pero sí existían las lucernas, que no eran otra cosa que pequeñas lamparitas que funcionaban a base de aceite y una mecha prendida. Tan valioso era el aceite que a los atletas, cuando ganaban los juegos o carreras, les otorgaban como premio un ánfora llena.

Según dicen algunos, así fue como Atenea obtuvo su victoria y se convirtió en la patrona.

Pero según otros mitólogos y autores de la Antigüedad, esta rivalidad fue mucho más allá y acarreó consecuencias en la democracia posterior que privó a la mujer de voz y voto en las decisiones de la comunidad.

Se dice que tras presentar los dioses sus regalos, los habitantes votaron. Como era de esperar, los hombres votaron al dios del mar, mientras que las mujeres votaron a aquella que las representaba más, la diosa Atenea. Siendo entonces que en aquella ciudad había una mujer más que el número de hombres, la diosa ganó por un voto femenino y se convirtió en patrona a pesar de la negativa de los hombres.

Fue en ese momento cuando estos, molestos, prohibieron a las mujeres volver a votar o tomar parte en decisiones importantes a partir de entonces. Es por ello que la democracia ateniense sólo permitía votar y participar en política a los varones mayores de edad y ello quedó como estigma para la posteridad, hasta que finalmente las sufragistas consiguieron de nuevo el voto femenino.

Una utópica situación en las que todos los hombres están en la guerra y por tanto, deben ser las mujeres quienes tomen las riendas nos la presenta Aristófanes en su comedia ‘La asamblea de las mujeres’.

¿QUIERES SABER MÁS SOBRE MITOLOGÍA? CONSIGUE NUESTROS LIBROS

 

Un comentario en «LA FUNDACIÓN DE ATENAS»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!